
Diario de viaje Marruecos-Día 1: Madrid-Meknes
- 1.Los mejores consejos para viajar por Marruecos
- 2.Introducción Diario de Viaje por Marruecos
- 3.Diario de viaje Marruecos-Día 1: Madrid-Meknes
- 4.Diario de viaje Marruecos-Día 2: Meknes y llegada a Fez
- 5.Diario de viaje Marruecos-Día 3: Medina de Fez (1)
- 6.Diario de viaje Marruecos-Día 4: Medina de Fez (2)
- 7.Diario de viaje Marruecos-Día 5: Medina de Rabat
- 8.Diario de viaje Marruecos-Día 6: Rabat (2ºdía) y conclusiones finales del viaje
31 de diciembre de 2016. Trayecto de Madrid a Meknes: avión y tren
Viaje en avión a Rabat
Nos levantamos ilusionados por el viaje. Cerramos las maletas y nos vamos al aeropuerto Madrid-Barajas a la terminal T2. Nuestro avión despega a las 11:45 y tarda una hora y cuarto en llegar al aeropuerto Rabat-Salé . Una vez allí, tenemos previsto tomar inmediatamente un tren que, partiendo de la estación de tren de Rabat a las 15:10, llegue a Meknes sobre 17:30.
Tras un vuelo agradable, donde decidimos comer a bordo para ganar tiempo, aterrizamos en el aeropuerto de Rabat-Salé. Nos encontramos con un aeropuerto pequeñito y bastante nuevo y con muchas medidas de seguridad. Había policía armada hasta en la pista del aeropuerto. (Lo cual era normal, en esa noche vieja de diciembre de 2015 estaba medio mundo en alerta terrorista, tras los atentados de París).
De la terminal del aeropuerto a la estación de tren Rabat-Ville
Entramos a la terminal, donde un sol radiante se filtra por las cristaleras del aeropuerto. En primer lugar, nos dirigimos a cambiar nuestros Euros por Dirhams, en la misma terminal.
A continuación, nos vamos a buscar el autobús que se suponía, según leímos, que sale una hora después de cada vuelo hacia la estación de tren. Preguntamos en un puesto de información y nos dicen que el autobús ya se fue y que hasta dentro una hora y media no sale otro autobús. En el puesto de información nos sugieren como alternativa la opción de ir en taxi por 150 DH (15 €). Nos parece buena solución, así que nos dirigimos a la parada de taxis del aeropuerto.
Al entrar en la zona de los taxis, empezó nuestro mayor handicap en Marruecos: el regateo para coger un taxi:
Nos sale al encuentro un grupo de unos 15 taxistas, preguntando a voz de grito: “a dónde vamos”, les dijimos que a la estación de tren. En ese momento empiezan a hablar y tras una negociación entre ellos nos dijeron que nos llevaban por 300 DH (30 €). Finalmente, tras hacer el amago de irnos un taxista, nos dijo que nos llevaba por ese precio 150Dh (15 €).
En medio del barullo que montamos entró a la zona de taxis una turista japonesa silenciosa que viaja en solitario, y sin mediar palabra, ni negociación alguna, se fue con el primer taxista que le hizo señas y se montó en su taxi.
El recorrido a la estación de tren duró unos 20 min. Ya pudimos ver una ciudad con un tráfico algo caótico, con vehículos muy antiguos, incluido nuestro taxi.
Tren a Meknes
Llegados a la estación de tren (Rabat-Ville-Gare), hicimos cola para comprar nuestro billete. La verdad es que estaba todo estupendamente organizado, al final de la cola un señor te indica a qué puesto tienes que dirigirte para comprar el billete (como en el Carrefour).

estación de tren de Rabat
Conseguimos nuestros billetes para el tren de las 15:10. Compramos billetes de primera clase, ya que la diferencia de precio era muy pequeña con respecto a la 2ª clase.
Os pongo el enlace a la empresa de trenes de Marruecos, dónde podéis ver los horarios y precios: Enlace OCNF
El billete en 1ª clase de Rabat a Meknes cuesta 95 DH persona (9,5€) en primera clase. En segunda clase cuesta 69DH (6,9€).
El viaje fue muy agradable, los trenes funcionan bien en Marruecos. Con el billete de primera clase te corresponde un asiento en el interior de un camarote que cuenta con 6 asientos muy cómodos. Lo de viajar en camarotes te hace recordar como si retrocedieras en el tiempo.
A medida que avanzaba el tren se podía percibir como el paisaje cambiaba, pasando de la gran llanura que rodea la ciudad de Rabat, a zonas con colinas y ríos. Un paisaje de campos teñido de tonos marrones y verdes.
A las 17:30 llegamos a Meknes.
Nos apeamos del tren en la parada Meknes-al-Amir, que está situada en el centro de la ciudad moderna y es la más ”cercana” a la medina de la ciudad. (Hay otra estación del tren en Meknes, algo más alejada, pero también es válida para tomar un taxi a la medina).
Llegada a Meknes: primeras sensaciones
Salimos del tren con nuestras maletas en plena ciudad de Meknes, y nos encontramos en una estrecha calle pero con mucho tráfico. Había unas 60 personas intentando conseguir un taxi, levantando la mano cada vez que pasaba uno.
Decidimos tomárnoslo con mucha calma y esperar tranquilamente a que se disipara un poco el tumulto de gente. Era un espectáculo observar el panorama: las familias completas subían a los taxis, luego se iban añadiendo más personas de otras familias en el mismo taxi.
Después de un largo rato de espera y de intentar aprender como es el arte de tomar una taxi en Meknes, nos decidimos ir a por nuestro taxi. Nuestras dificultades continuaban: la mayoría de los taxistas directamente ni paraban y nos decían un»no» con señas (nunca entendimos el por qué) , otros taxistas paraban pero se iban directamente al bar de la estación. En fin, después de más de una hora, ya de noche cerrada conseguimos nuestro taxi a la medina.
El trayecto en taxi hasta la ciudad vieja llevó un buen rato. Las calles estaban abarrotadas de gente como en un día de fiesta, tanto es así, que al taxi le costaba abrirse paso y avanzar. Aunque los marroquíes no celebran la nochevieja, sí se percibía que el día siguiente era festivo. Advertimos que todo el mundo iba a comprar una especie de dulce.
Por fin llegamos a la ciudad vieja. El taxi enfiló una calle larga rodeada de impresionantes murallas. Y nos dejó junto a la plaza Hedim.
La plaza Hedim(***) es un enorme rectángulo de unos 200 x 100 m2, donde se concentra la actividad comercial del centro de la ciudad vieja y la Medina de Meknes. Atravesamos la plaza, caminando y arrastrando nuestras maletas. Teníamos que cruzar la plaza de punta a punta para llegar hasta nuestro Riad. La plaza nos dejó boquiabiertos por el ambiente que allí reinaba: mucha gente por todas partes, puestos de “mercadillo” que vendían cualquier cosa que os podáis imaginar, círculos de gente que rodeaban a unos bereberes bailando danzas africanas…
Salimos de la plaza y nos adentramos a una de las callecitas de la Medina donde encontramos fácilmente al Riad na Bohéme, gracias a un mapa que nos enviaron desde el propio Riad.
El Riad na Bohéme, era sencillo, sin lujos, con un ambiente diríamos que hippie. Una vez entramos en la habitación nos pareció un alojamiento perfecto para nosotros, habitación amplia y un baño privado razonablemente limpio (bastante bien por 30 €).
David y su mujer, dueños del riad, nos dieron una cálida bienvenida con un rico te moruno. David, que habla perfecto español, nos entregó unos impresos que debíamos rellenar con nuestros datos, que posteriormente se los entregaría a la policía (este trámite es de obligado cumplimiento por parte de todos los hosteleros de Marruecos).
David, nos dijo que en una hora estaría lista nuestra cena así que aprovechamos para pasear por la plaza de Hedim y los alrededores.
Cena de nochevieja en el riad de Meknes
De vuelta, al entrar al patio del Riad nos esperaba un ambiente muy acogedor y romántico: una mesa con dos velas, una luz tenue, música lenta y agradable.
Había tres mesas más, donde se encontraba una familia italiana, un grupo de tres japoneses y una familia marroquí que estaban celebrando el cumpleaños de uno de los hijos.
La mujer de David nos preparó un tajín exquisito. El “Tajín” se cocina en un recipiente de barro con forma cónica. El nuestro, era de pollo con verduras. «El truco del almendruco» para saber si el tajín esta cocinado de manera «auténtica», es que en el fondo del recipiente quede un «requemado » adherido. En nuestro «tajín» fue así y estaba delicioso. En otras ocasiones te pueden ofrecer tajín, cocinarlo en un recipiente común de cocina y después servírtelo en la cazuela de barro de forma cónica. Pero el sabor no es el mismo.
La cena fue mágica y se puede decir que es una de las nocheviejas más especiales que hemos vivido (sin necesidad de tomar las uvas, ni de ver a Ramón García en televisión).
Nos acostamos pronto cansados de todo el día. Tan agotados estábamos que nos dormimos sobre las 23:00 y ni nos enteramos del cambio de año (ni falta que hacía).
Las estrechas callecitas de la medina de Meknes se mantuvieron silenciosas durante toda la noche, no se escuchaban ni los petardos, ni las voces de la gente celebrando la noche vieja….(Alén)
Gracias por la información. En septiembre pienso ir y vuestro consejos son muy buenos!!!!
¡Gracias Laila!. Si te podemos ayudar en algo para preparar tu viaje, escríbenos.